martes, 15 de junio de 2010

MI MEJOR AMIGO

Recuerdo que cuando era niño me agradaba mucho estar en compañía de amigos.
Me sentía bien, me sentía alegre, me sentía tranquilo.
El simple hecho de escuchar sus voces gritando mi nombre, me hacía salir de prisa y sentirme importante como si se tratase de un llamado a un combate o a luchar por la justicia. Son cosas de niño, son cosas de infante.

Así pasaron los años hasta que llegó el momento de ir a la escuela. Allí conocí mucho más niños de los que podía imaginar. Nos agrupaban por aulas, pero al final en el recreo todos nos reuníamos en el mismo lugar. Y a la salida renegábamos por la cantidad de tareas dejadas. Vaya que renegábamos de verdad.

Pasada una década, terminé la escuela y continué con diversas etapas durante mi adolescencia. Empecé estudios orientados a una carrera. Incursioné en los deportes, la música, etc. etc. En estas etapas también conocí mucha gente. Buenas personas y muchas experiencias. Pero al final de cuentas sólo fueron amistades que engrosaron más mi agenda.

Años más tarde, llegó la etapa laboral y con ello se repite la misma historia.
Nueva gente, nuevas personas, algunas pasan otras quedan.
Y así sucesivamente fuí por aquí y por allá buscando la verdadera amistad.
Entonces me puse a pensar quien de todos ellos sería el amigo de verdad…

Tiene que ser alguien especial, alguien que haya estado conmigo en todo momento. Alguien que haya reído con todas mis bromas, incluso hasta las más tontas. Alguien que me haya ayudado a superar decepciones o derrotas.

Tiene que ser un amigo que me haya extendido su mano para darme su apoyo incondicional. Alguien que siempre haya tenido tiempo suficiente para mí como símbolo de lealtad.

Tiene que ser aquel compañero que me sepa escuchar, que me dé consejos, que me diga si hago bien o si hago mal. Aquel compañero que no tenga complejos y que me sepa entender cuando ni yo mismo pueda hacerlo.

Tiene que ser alguien en quien yo pueda confiar. Alguien que sepa guardar secretos. Alguien que jamás me delatará, aunque mi madre en algún momento pueda presionar para descubrir la verdad.

Tiene que ser alguien que jamás se haya olvidado de mis cumpleaños.
No importa si no me dio un regalo, eso es lo de menos. Me basta con su sola presencia, un fuerte abrazo deseándome los mejores deseos y por supuesto un saludo sincero.

Tiene que ser el amigo que se preocupara en si hice bien o no las tareas, y tratar de ayudarme si es que no podía con ellas.
Aunque a veces, él tampoco pudiera con alguna de éstas.

Tiene que ser el amigo que haya visto por lo menos mil veces los partidos de fútbol alentando a mi mismo equipo. Tiene que ser el amigo que por lo menos dos mil veces se haya quedado dormido en la sala viendo la tele conmigo.

Tiene que ser el amigo a quien comenté más de una vez sobre las chicas y la primera experiencia sexual. Tiene que ser el amigo quien emocionado celebra por aquel prematuro interés, pero aconsejándome con sinceridad.

Tiene que ser el amigo que me aconsejó a que jamás debía consumir drogas y buscar siempre la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal.
Tiene que ser el amigo que celebrara cada vez que se enteraba que ganaba en las trompadas que me daba con alguien de la vecindad.

Tiene que ser el amigo que siempre me haya preguntado si tuve un buen día laboral.
Y si no lo tuve me dirá que ya pasó y que al siguiente día tendré una nueva oportunidad.

Y si hablamos de actualidad, tiene que ser el amigo que responda mis mensajes de texto llamándome inmediatamente a mi teléfono celular. Y si no pude contestar, no importa porque lo volverá a intentar hasta que logre contestar.

En fin, son todas éstas cosas que me hacen pensar en tí mi mejor amigo.
En todos estos años que han pasado, por fin te logré encontrar.
Y desde lo más profundo de mi alma
Quiero decirte unas palabras con toda sinceridad:

Discúlpame. Que ciego he sido.
No entiendo como no lo puede notar.
Todo el tiempo a mi lado.
Que tonto he sido, muy tonto en verdad.
Estuviste en todo momento.
Estuviste en todo lugar.

Cada vez que necesité un amigo ahí estabas tú.
Cada vez que necesitaba consuelo ahí estabas tú.
Me miro en las fotos cuando era niño y ahí estabas tú.
Pero que ciego he sido.
Estuviste conmigo desde el primer día que vi la luz.

Gracias por todo lo vivido.
Gracias por ser mi mejor amigo.
Gracias a Dios por tenerte conmigo.
Siempre serás Mi Mejor Amigo.
Gracias por todo eso PAPÁ.

martes, 8 de junio de 2010

LABERINTO

Hoy escribo otra vez, motivado por una sensación extraña que invade todo mi cuerpo.
Es una premonición de un estado de ánimo que siento caer pero que a la vez no comprendo.
¿Acaso estaré en medio de una batalla conmigo mismo, con mi mente y con mis sentidos?
No lo entiendo, por más que lo intento no comprendo que pasa conmigo.

Yo no hice nada para sentir todo esto, sólo sé que lastima y que hiere aquí adentro.
Siento que al día le sobran horas y en mi habitación casi soy un extraño en la cama.
Me miro en un espejo y mi reflejo no dice nada, apenas asoma una tibia sonrisa como engañándome a mi mismo, pero la imagen muestra algo diferente, no tengo el mismo brillo, el espejo no miente, es así de sencillo.

¿Cuántas personas tendrán el mismo conflicto?
¿Cuántas personas sentirán ese extraño vacío?

Deben ser muchas me imagino, sólo espero que puedan encontrar la pronta salida de este misterioso laberinto.
Sigamos adelante, seamos fuertes y busquemos el camino.
No teman, no lloren, no se sientan mal. Es parte de la vida y del destino.
Hoy no están solos, hoy pueden contar conmigo.
Amigos míos, nos vemos pronto … allá, al final del camino.